Posts Tagged ‘ identidades ’

Cansado de mí: el exceso de identidad

El «conócete a ti mismo» es una pesada losa. Estamos experimentando un exceso de identidad. La complicación aparece cuando este exceso se acrecienta, generando ansiedad y, en el peor de los casos, depresión. Una de las definiciones de depresión más acertadas la ofreció Alain Ehrenberg cuando alegó que la depresión era «la fatiga de ser uno mismo». Percibimos que existe demasiada realidad (hiperrealidad) y queremos abarcarla todo el rato y a toda costa. La exuberancia de información (hiperinformación) provoca que cada vez que tomamos una decisión, seamos conscientes de que abandonamos muchas otras que también nos habría gustado ejecutar. Si no teníamos bastante con esta presión, también soportamos un exceso de celo por construir una personalidad que nos destaque del resto, padeciendo de hiperidentidad.

José Carlos Ruiz, Filosofía ante el desánimo

Richard Sennett: La corrosión del carácter

En la actualidad vivimos en un ámbito laboral nuevo, de transitoriedad, innovación y proyectos a corto plazo. Pero en la sociedad occidental, en la que «somos lo que hacemos» y el trabajo siempre ha sido considerado un factor fundamental para la formación del carácter y la constitución de nuestra identidad, este nuevo escenario laboral, a pesar de propiciar una economía más dinámica, puede afectarnos profundamente, al atacar las nociones de permanencia, confianza en los otros, integridad y compromiso,

El dilema de cómo organizar una narrativa vital

¿Cómo sostener la lealtad y el compromiso recíproco en instituciones que están en continua desintegración o reorganización? Éstas son las cuestiones relativas al carácter que plantea el nuevo capitalismo flexible.

Poner el acento en la flexibilidad cambia el significado mismo del trabajo,

Son muchos más los heridos que los que gritan.

se puede llegar a un punto en que parece que, si uno no hace algo nuevo en su vida, como un traje muy gastado se irá convirtiendo poco a poco en un harapo.

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Cosmovisiones: un yo intrínsecamente parte del todo

Malcolm, a cuento de nada, mencionó a los wintus del centro norte de California, que para referirse a las partes de su propio cuerpo no utilizan las palabras izquierdo y derecho sino los puntos cardinales. Me quedé cautivada por esa descripción de una lengua, y un imaginario cultural subyacente, en la que el yo solo existe en relación con el resto del mundo, en la que no existe un tú sin las montañas, sin el sol, sin el cielo. Como escribió Dorothy Lee, cuando el wintu se dirige hacia la cabecera del río, las colinas están al oeste y el río al este, y le pica un mosquito en el brazo oeste. En el camino de vuelta, las colinas siguen al oeste, pero cuando se rasca la picadura del mosquito se rasca el brazo este». En esa lengua, el yo nunca está perdido como lo están muchas personas que se pierden en la naturaleza hoy en día, sin saber por đónde tienen que ir, sin atender a su relación no solo con el sendero, sino con el horizonte, la luz y las estrellas. El hablante de esa lengua, en cambio, estaría perdido si no tuviera un mundo con el que establecer esa conexión, se extraviaron en los limbos de la modernidad, como el metro y los centros comerciales. En wintu, es el mundo el que es estable y eres tú el que eres condicional, el que no eres nada al margen de tu entorno.

El arte de perderse, Rebecca Solnit

El perezoso bienestar moral que los doctrinarios ofrecen

 «¡Es tentador deshacerse del fardo exigente de la personalidad! ¡Es tentador dejarse absorber por un vasto movimiento de entusiasmo colectivo! ¡Es tentador creer, porque es cómodo y porque es supremamente confortable! […] Cuanto más embrolladas están las huellas, tanto más el hombre, para salir a toda costa de la confusión, tiende a aceptar una doctrina hecha que le tranquiliza y le guía. Toda respuesta más o menos plausible a las preguntas que se hace y que no logra contestarse él solo se le presenta como un refugio; ¡sobre todo si esa respuesta viene acreditada por la adhesión de la mayoría! […] ¡Resiste, rechaza las consignas! ¡No te dejes reclutar! ¡Más valen las angustias de la incertidumbre que el perezoso bienestar moral que los doctrinarios ofrecen a todo “afiliado”!»

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«Hay dos maneras de perderse: por disolución en «lo universal», o por segregación amurallada en lo particular». Césaire cita (@teclista)

Gays y conservadurismo

Paco Tomás: «El hombre gay español se ha vuelto muy conservador»

Un discurso, el de “si no te deseo, es porque no trabajas tu cuerpo lo suficiente”, que está muy imbricado en la narrativa neoliberal de la meritocracia: la promesa de que si te sacrificas, podrás conseguir lo que te propongas.

Lo peor del neoliberalismo no son ya sus teorías económicas, sino que nos ha convertido en neoliberales emocionalmente, que es peor que serlo en cuestiones económicas. Nos ha convencido de que lo único que importa es nuestra satisfacción personal y da igual si el otro sufre. Si es así, que espabile. Y en esa construcción del deseo neoliberal, lo que nos encontramos es que el mundo gay ha asumido perfectamente la masculinidad tóxica del bíceps, de la fuerza, del ‘esto se hace por mis cojones, porque soy el tío y tengo la fuerza

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Cómo salir del odio: entrevista con el filósofo Jacques Rancière

¿Guerra o política? La política Es una forma de acción y de subjetivación colectiva que construye un mundo común, en el que se incluye también al enemigo. La acción política crea identidades no-identitarias, un ‘nosotros’ abierto e incluyente que reconoce y habla de igual a igual con el adversario. La guerra, por el contrario, tiene como protagonista fundamental a las formaciones identitarias cerradas y agresivas (ya sean étnicas, religiosas o ideológicas) que niegan y excluyen al otro del mundo compartido. Entre el otro y yo,nada en común.

solo elaborando el malestar (el “odio” dice aquí Rancière) en claves políticas de emancipación (colectivas, igualitarias, abiertas e incluyentes) se puede por ejemplo disputar el terreno al Frente Nacional. La politización del malestar es el mejor antídoto contra su instrumentalización por parte de aquellos que quieren encontrar chivos expiatorios entre la gente de abajo.

solo elaborando el malestar (el “odio” dice aquí Rancière) en claves políticas de emancipación (colectivas, igualitarias, abiertas e incluyentes) se puede por ejemplo disputar el terreno al Frente Nacional. La politización del malestar es el mejor antídoto contra su instrumentalización por parte de aquellos que quieren encontrar chivos expiatorios entre la gente de abajo.
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Sobre el discurso identitario

«El discurso identitario acaba por negar lo que tenemos en común: la idea de que nuestras experiencias son comunicables, de que podemos entender la alegría y el dolor de los demás. En la mentalidad identitaria no juzgamos a las personas por lo que hacen sino por lo que son […]. Es un error perceptivo y moral encerrar a los demás en una sola identidad. Pero también es un error dejarnos atrapar en una sola identidad, en una única dimensión» (p.69).

Daniel Gascón. El golpe posmoderno. 15 lecciones para el futuro de la democracia

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https://www.revistadelibros.com/resenas/el-golpe-posmoderno-daniel-gascon

el guiñol identitario.

Las políticas de identidad no las hemos inventado quienes supuestamente formamos parte de ellas. Ni siquiera existen. Son una caricatura creada desde la hegemonía y el estatus que ningunea a compañeros y compañeras de clase que —y esto es una verdad material irrefutable— ocupamos una posición de inferioridad aún dentro del proletariado. Feministas, activistas LGTB y activistas racializadas nos hemos limitado a señalar dichas desigualdades y a reclamar un espacio de equidad, justicia y restitución que no existía. Interpretar un acto de vindicación de las desposeídas como una traición de clase o como colaboracionismo es un acto de mezquindad impropio de alguien que se tenga por revolucionario, socialista, marxista o decente a secas.

Las políticas de identidad no son otra cosa que proyectos de acción proletaria articulados por quienes más tenemos que perder y son, siempre y por definición, antisistema, anticapitalistas y solidarios. Utilizar el lenguaje e inventar fantasías de la posmodernidad a nuestro alrededor sí que debilita la lucha de clases. Nos concede el papel de la otredad y nos presupone faltas de conciencia o esquirolaje, cuando somos, probablemente, con quienes la lucha de clases se despacha con mayor violencia; los datos están ahí y gritan muy alto.
Podemos hacer mofa del lenguaje inclusivo o de la necesidad de representación todo lo que queramos. Al final sabemos quién visitará el paredón antes llegado el momento y quién sufre las primeras consecuencias del fascismo antes de que llegue.

https://www.elsaltodiario.com/brasil/bolsonaro-y-el-guinol-identitario-

Problemas de la izquierda: discursos identitario​s frente a discursos de clase/redistribuir os, el sujeto, clase media/clase obrera…

“Lo más peligroso, y en lo que nunca se insiste, es el mecanismo que ha transformado la diversidad en un producto aspiracional que compite en un mercado”

existe una izquierda elitista y ensimismada con las políticas identitarias (feminismo, LGTB, racialidad…) que no da soluciones a los problemas cotidianos y materiales de la mayoría de la población, mientras que la derecha, con un discurso más realista, le está comiendo el terreno entre sus votantes potenciales, la clase trabajadora. Mientras que la derecha parece pujante, la izquierda se ve atrapada en conflictos inacabables alrededor de batallas culturales que no alteran lo más mínimo ninguna estructura.

Pero lo más peligroso, y en lo que nunca se insiste, es el mecanismo que ha transformado la diversidad en un producto aspiracional que compite en un mercado. Si las luchas de redistribución fueron atacadas frontalmente mediante la idea de la falsa meritocracia, ya que era muy difícil que el neoliberalismo se apropiara de ellas, las luchas de representación fueron desviadas hacia lo identitario, lo individualista y lo aspiracional por su componente cultural. Seguir leyendo