Sin contratiempos, el último cinturón de aldeas había sido tan fácil de tomar como esperaban, la resistencia no pasa apenas de un gesto. Las órdenes del Comité son ejecutadas impecablemente una tras otra. Hacía mucho tiempo que no sufrían un imprevisto, exactamente desde los incendios de primavera, el fuego más extraño y más extenso que hubiera visto ninguno de los hombres del Coronel y probablemente el propio Comité, que pareció descolocado. Al menos durante aquellas largas semanas recibieron ordenes y contraordenes hasta el mismísimo bloqueo de la actividad.
Pero aquello pasó, o al menos el fuego desapareció de esta demarcación. Los mandos saben de incendios remotos, en otras tierras del Imperio, pero aquí todo está bajo control.
Y sin embargo el Coronel arrastra una inconfesable inquietud. Todos lo ven pero nadie habla de ello. Como si, en el fondo, les diera miedo, mucho miedo: El suelo humea por todos lados, en el horizonte y junto a cada camino que pisan las brigadas. Alguna vez un soldado ha perdido la paciencia y ha intentado extinguir el humo que salía por una de las bocanas entre la turba, sobre los terrones arcillosos. Siempre en vano.
Desde mayo la tierra no dejaba de humear.
El incendio ahora es subterráneo.
“La combustión de la turbera puede permanecer activa desde meses hasta siglos a muchos metros bajo el suelo. En Colorado (EE.UU.), se cree que uno de estos fuegos subterráneos ha estado activo desde 1910 como consecuencia de un incendio forestal. Dadas sus características, este tipo de llamas se pueden iniciar de forma fácil y su detección resulta muy complicada sin que se comprendan del todo las causas. Por ello, algunos científicos trabajan en métodos que puedan permitir monitorizar estos incendios y en determinar qué factores los provocan.
Cuando el suelo se seca, la turba pierde agua, se encoge y agrieta el terreno. El aire comienza a circular por los huecos. Y la turba, formada en ausencia de oxígeno, comienza a oxidarse y se calienta. Cuando supera cierta temperatura entra en autocombustión, arde sola bajo el suelo. La autocombustión no es más que la oxidación a toda velocidad.”
vía Subterráneo | Al final de la asamblea.