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Cuando no éramos feministas. Un ejercicio de memoria

El 20 de mayo del año 2011 (cuando este periódico llevaba tan solo cuatro números publicados) unas compañeras colocaban una pancarta con el lema «La revolución será feminista o no será» en un punto visible de la Plaza de Sol. Por entonces era hogar del 15-M. La vida de la pancarta feminista fue, sin embargo, muy corta. La más corta. Tras un abucheo tumultuoso un hombre la desprendió.

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Ganamos pero perdimos

Cómo interpretar los resultados de ese “giro electoral”? Mi lectura y mi sensación es ambivalente: ganamos pero perdimos.

Ganamos, porque sin apenas recursos o estructuras, y a pesar de las campañas del miedo, las nuevas formaciones han competido exitosamente con las grandes maquinarias de los partidos clásicos, desordenando un mapa electoral que parecía inmutable. Ahora hay esperanzas razonables de que los nuevos gobiernos (municipales por el momento) cristalicen reivindicaciones básicas de los movimientos (con respecto a desahucios, recortes, etc.) y alteren algunos de los marcos normativos que reproducen la lógica neoliberal de la competencia en distintos órdenes de la vida.

Perdimos, porque se han reinstalado en el imaginario social las lógicas de representación y delegación, centralización y concentración que fueron cuestionadas por la crisis y el impulso de las plazas.

Digamos que la fuerza centrípeta de lo electoral ha plegado la piel en lo que podríamos llamar un “volumen teatral”, esto es, un tipo de espacio (material y simbólico) organizado en torno a las divisiones dentro/fuera, actores/espectadores, platea/escena, escena/backstage.

Muy esquemáticamente: un tipo de hacer muy retórico y discursivo, que pone en primer plano a los “actores más capaces” (líderes, estrategas, «politólogos»), polarizado en torno a espacios y tiempos muy determinados (la coyuntura electoral, el tiempo futuro del programa o la promesa) y enfocado a la conquista de la opinión pública (las famosas “mayorías sociales”), ha venido a suceder a un tipo de hacer mucho más basado en la acción, al alcance de cualquiera, que se desarrolla en tiempos y espacios heterogéneos, autodeterminados y pegados a la materialidad de la vida (un hospital, una escuela, una casa) y se dirige a los otros, no como a votantes o espectadores, sino como a cómplices e iguales con los que pensar y actuar en común.

http://www.eldiario.es/interferencias/piel-teatro-Salir-politica_6_442065819.html

Un tiempo de revueltas (lectura de Alain Badiou)

Amador Fernández-Savater  20/09/2013 – 20:28h

  •  Su relato histórico puede tener varios efectos positivos entre quienes nos sentimos concernidos por el porvenir de todo lo que se abrió con la ocupación de las plazas en mayo de 2011. En primer lugar, mitiga la sensación de urgencia y ansiedad que nos mueve a exigirle a los procesos resultados inmediatos, recordándonos el tiempo largo de las transformaciones reales y su carácter no lineal, sino más bien con mareas altas y bajas. En segundo lugar, atempera el afán de novedades que nos hace saltar constantemente de una cosa a otra y vuelve imposibles los diálogos entre pasado y presente, insistiendo en que lo nuevo es sobre todo una manera inédita de mirar problemas muy, muy antiguos (qué queremos, cómo nos organizamos, etc.). Por último, puede tal vez ayudarnos a elaborar una noción menos angustiada y angustiosa de responsabilidad hacia lo que sucede, porque muestra cómo la transformación social está y a la vez no está en nuestra mano, depende y a la vez no depende de nuestra voluntad (y nuestro voluntarismo). Es decir, no es un “producto” que se diseña y se ejecuta según un plan maestro, aunque tampoco es un “milagro” que debamos simplemente esperar. Depende de acontecimientos: rupturas en el orden de cosas, imprevisibles y sin autor, que proponen nuevas posibilidades de acción y existencia. Pero sobre todo depende de lo que sepamos hacer con ellos: la política consiste en dar sentido y duración a estos acontecimientos, en cuidar y prolongar algo que no hemos decidido o decretado nosotros, algo que siempre es una sorpresa. Es lo que Badiou llama «fidelidad». Seguir leyendo

Subterráneo

Sin contratiempos, el último cinturón de aldeas había sido tan fácil de tomar como esperaban, la resistencia no pasa apenas de un gesto. Las órdenes del Comité son ejecutadas impecablemente una tras otra. Hacía mucho tiempo que no sufrían un imprevisto, exactamente desde los incendios de primavera, el fuego más extraño y más extenso que hubiera visto ninguno de los hombres del Coronel y probablemente el propio Comité, que pareció descolocado. Al menos durante aquellas largas semanas recibieron ordenes y contraordenes hasta el mismísimo bloqueo de la actividad.

Pero aquello pasó, o al menos el fuego desapareció de esta demarcación. Los mandos saben de incendios remotos, en otras tierras del Imperio, pero aquí todo está bajo control.

Y sin embargo el Coronel arrastra una inconfesable inquietud. Todos lo ven pero nadie habla de ello. Como si, en el fondo, les diera miedo, mucho miedo: El suelo humea por todos lados, en el horizonte y junto a cada camino que pisan las brigadas. Alguna vez un soldado ha perdido la paciencia y ha intentado extinguir el humo que salía por una de las bocanas entre la turba, sobre los terrones arcillosos. Siempre en vano.

Desde mayo la tierra no dejaba de humear.

El incendio ahora es subterráneo.

“La combustión de la turbera puede permanecer activa desde meses hasta siglos a muchos metros bajo el suelo. En Colorado (EE.UU.), se cree que uno de estos fuegos subterráneos ha estado activo desde 1910 como consecuencia de un incendio forestal. Dadas sus características, este tipo de llamas se pueden iniciar de forma fácil y su detección resulta muy complicada sin que se comprendan del todo las causas. Por ello, algunos científicos trabajan en métodos que puedan permitir monitorizar estos incendios y en determinar qué factores los provocan.

Cuando el suelo se seca, la turba pierde agua, se encoge y agrieta el terreno. El aire comienza a circular por los huecos. Y la turba, formada en ausencia de oxígeno, comienza a oxidarse y se calienta. Cuando supera cierta temperatura entra en autocombustión, arde sola bajo el suelo. La autocombustión no es más que la oxidación a toda velocidad.”

vía Subterráneo | Al final de la asamblea.

 

la revolución no estaba allí

El año en que acudimos a Sol, al cumpleaños del 15M y constatamos desolados que por mucha gente que hubiera la revolución ya no estaba allí. Lo sabíamos porque en algún momento la sentimos. Una sensación de estremecimiento y nerviosismo, en la que cristalizaba el “puede que esta vez sea distinto”, que nos encendió y que aún recordamos. La recordamos suficiente como para constatar que allí no estaba

vía Médico crítico: como de psiquiatría no sé me las doy de socióloga.

Mientras el cuerpo aguante. Chicho Sánchez Ferlosio

Muy interesante el personaje. Tendré que dedicarle más tiempo a su conocimiento más allá del documental «Mientras el cuerpo aguante» de F. Trueba (1982). Seguir leyendo

potencias del 15M

  • inclusividad y respeto
  • horizontalidad
  • inteligencia colectiva
  • no violencia

(las menciona Amadro F. Savater en documental 15M.cc)

Marga Padilla menciona también el copyleft como fuerza, es decir, que es replicable en cada sitio adaptándolo a las necesidades locales.

«No nacemos nada que no hayan hecho las generaciones anteriores: intentar crear un mundo mejor»